Había tres sospechosos y un muerto.
La empleada del farmacéutico, un vecino y el sobrino. Había dos pistas; huellas: de una camioneta y un escrito en la pared: "DIOS LE DA PAN AL QUE NO TIENE DIENTES". Solo esto para resolver la muerte del farmacéutico que iba a cobrar una herencia.
- ¿Por qué lo mataste?
- Yo no fui - dijo la empleada.
- Yo tampoco - dijo el vecino.
- Yo no tengo razones - dijo el sobrino.
- ¿Quién tiene una camioneta?
- Yo tengo un auto - dijo la empleada.
- Yo no tengo - dijo el vecino.
- Tiene las ruedas pinchadas la mía - dijo el sobrino.
- ¿Con qué mano escriben?
- Con la derecha - dijo la empleada.
- No sé escribir - dijo el vecino.
- Con la izquierda - dijo el sobrino.
- El sobrino queda arrestado.
Fue a la casa del tío, lo mató para, cobrar la herencia, por ser zurdo tuvo que escribir así, para que no se corriera lo que había escrito.
Cuando se fue, dejó las marcas de su camioneta y por el camino rocoso se le pincharon las ruedas.
Florencia:
ResponderEliminarMuy bueno, felicitaciones!!!
Me encanta leer tus historias.
la nota final de tu relato es: 10 (diez)
Amalia